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November 13, 2023 4 min read

¿Recuerdas qué era lo más que te gustaba hacer cuando niñ@? Revive esa memoria infantil mirándote al espejo. Te darás cuenta de que tus ojos brillan, sonríes o hasta te ríes a carcajadas porque esos momentos vuelven con anécdotas, personas, mascotas, lugares y tu mente te transporta a esos ratos de felicidad absoluta. Contactaste tu lado infantil. 

A mí me llena de felicidad bailar. Y lo primero que llega a mi recuerdo  es escuchar música junto a mi hermano Willy, que ya no está entre nosotros. Siempre escuchábamos música “americana” de mediados de los años 70: Donna Summer, The Bee Gees y por supuesto, las coreografías que se bailaban para esa época.

Cuando no escuchábamos  música disco nos deleitábamos con merengue. Gracias a mi hermano aprendí los primeros pasos y las primeras vueltas de los ritmos tropicales y americanos. Escuchábamos música, bailábamos, él se reía con mis ocurrencias y los pasos que yo bailaba espontáneamente, deteniéndome de súbito con los cortes de la música. Así podía pasar el día entero. 

Otro aspecto que en mi niñez me llenaba de mucha ilusión era aprender ballet. Lo que sabía sobre el tema fue de manera autodidacta. A los 6 años me deleitaba leyendo  uno de los tomos de la enciclopedia Mis primeros conocimientos, dedicado al ballet. Era a lo que más podía aspirar porque no había auto  en mi casa y tampoco escuela de ballet en Morovis. La escuela de ballet más cercana estaba ubicada otro municipio y llegar podría tomar al menos una hora. Sin embargo, eso no me detuvo a seguir amando la danza. 

Te cuento esto porque en tu caso quizá te haga feliz comer una barquilla de tu mantecado favorito, escuchar temas musicales de tu niñez o recordar cómo cantabas o gritabas frente a un abanico encendido para que la voz saliera distorsionada. 

Tal vez pensar en tus juguetes favoritos te cambie el ánimo ahora mismo, o si tuviste bicicleta, recrea en tu mente cuando colocabas un vaso plástico entre el cuadro de metal y la rueda, para que en movimiento tuviera un sonido similar al de una motora. En fin, pueden ser muchos los recuerdos. Y es bueno hacerlo. 

Lo que nos hacía niños felices era la alegría, la creatividad, la espontaneidad, el juego, disfrutar y divertirnos con nuestros coetáneos. Sin embargo, con el tiempo nos olvidamos de lo sencillo que era ser feliz. 

Y si bien algunas memorias nos recuerdan momentos felices, otras también pueden traer mucho dolor y revivir traumas. Poder manejar estas emociones de una manera saludable nos puede ayudar a poder vivir mejor como adultos en la actualidad. Por eso es importante consultar con un psicoterapeuta para que pueda darte herramientas y poder profundizar mediante su experiencia y sanar heridas de la infancia. 

La buena noticia es que somos nosotros quienes decidimos en qué pensar. Puedes decir pensar en los buenos recuerdos, en lo que te hizo reír, disfrutar, crear, compartir, jugar. Eso nos llena de vitalidad y nos cambia la energía positivamente. 

¿Qué mejor ejemplo que cuando vamos a una actividad familiar o con amigos la mejor parte es cuando alguien de manera espontánea comienza a bailar o inicia  un juego y al final todos terminan enfrascados hasta con espíritu competitivo, riéndose, sudando, corriendo, dándose palmadas, aplaudiendo, gritando, como cuando éramos chicos? 

Las actividades más divertidas son las que incluyen nuestro lado lúdico: en las fiestas de revelación de sexo o de bienvenida al bebé que está por nacer, la diversión y las carcajadas aparecen  cuando los adultos deben tomar algún líquido de un biberón. En los cumpleaños, si hacen juegos como la silla musical, entrar en una casa de brincos, en una piscina de pelotas…  siempre hay padres que quieren jugar con los chicos y todos reímos a carcajadas. ¡Eso es importante! 

Según la psicología humanista cada persona lleva en su interior una visión de sí misma en diferentes partes de su desarrollo. Y este niño interior puede influir en el bienestar emocional y psicológico del adulto. 


5 recomendaciones para cuidar tu niño interior 

Para mantener ese lado infantil y lúdico saludables, estas recomendaciones pueden ayudarte a comenzar darle el cariño y la atención que merece. 

  1. Cultiva la creatividad por medio del juego - dedica tiempo a actividades lúdicas y creativas que despierten tu imaginación: dibuja, pinta, juega con plastilina, deja volar tu mente. (Psicología positiva que destaca la importancia del juego para el bienestar emocional).

  2. Mantén viva tu curiosidad explorando nuevos intereses - lánzate a probar nuevas experiencias, aprende algo nuevo o explora intereses olvidados. Esto permite despertar ese lado de la infancia que se maravilla con el mundo. (Método cognitivo de Jean Piaget, que destaca la importancia de la curiosidad y la exploración para el aprendizaje y el crecimiento personal)

  3. Crea límites saludables para el autocuidado - reconoce y respeta tus límites personales, para eso necesitas establecer tiempo para el descanso y el autocuidado. No te extralimites en lo que puedes hacer y aprende a decir No cuando sea necesario. (Psicología del desarrolla y la importancia de establecer límites saludables Dr. Erik Erikson).

  4. Reconoce y valida tus emociones - permítete sentir tus emociones sin juzgarte. Hacerlo es un acto de autoempatía que ayuda a conocer y entender las necesidades de tu niño interior. (Teoría de la inteligencia emocional Dr. Carl Rogers y Dr. Daniel Goleman)

  5. Cultiva relaciones significativas - dedica tiempo a construir, cultivar y desarrollar relaciones con personas que aporten positivamente en tu bienestar emocional. El apoyo social y las conexiones emocionales son fundamentales para nuestro bienestar emocional y ofrece refugio seguro a nuestro niño interior. (Psicología del apego, la importancia de las relaciones interpersonales para el desarrollo emocional Dr. John Bowlby y Dra. Mary Ainsworth). 

Cuidarte es quererte 

Yami Otero
Yami Otero


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